Recuerdo que justo antes de empezar la aventura del Erasmus,
todos aquellos colegas que ya lo
vivieran, me llenaban los oídos con sus
vivencias y solo hacían que la espera fuera interminable, pero así como
escuchaba cosas buenas, también escuchaba sus tristezas y frustraciones. Lo
mismo que ahora sufro yo. Ellos siempre repetían una palabra, depresión,
depresión post-erasmus. Y quizá eso sea, lo que todos los estudiantes Erasmus,
sufrimos al volver a casa.
Sí, todos sabíamos que algún día se acabaría. Sí, todos
sabíamos que era solo un año. Lo sabíamos, pero nunca te quieres hacer a la
idea de que se acabe.
Volver a la rutina nunca ha sido tan difícil. Cuanto más
tiempo pasa y mayor es la perspectiva que tienes de lo que has vivido, más
consciente eres, que lo que allí pasaste es imposible que se repita. Pero no
solo por los grandes momentos y anécdotas, si no por la gente que has conocido
y con la que has compartido todos esos instantes.
Risas. Lloros. Viajes. Barbacoas. Una cerveza. Dos cervezas.
Chupitos. Confidencias. Una película. Una charla. Miradas. Otro viaje.
Cientos de recuerdos imposibles de describir o de contar,
pero que permanecen intactos en mi cabeza. Amistades que es imposible ver a
diario, pero que sabes que serán para toda la vida.
Es difícil de comprender cómo en un año de tu vida, puedes
llegar a establecer una relación de amistad tan grande, con personas, que quizá
en otra situación, ni entablarías una conversación, pero que ahora se han
convertido en una parte fundamental de mí día a día. Y es que en esta experiencia
dejas de lado culturas, religiones, idiomas, políticas, ideales o pretextos y
te centras en conocer de verdad a las personas, más allá de su forma de pensar
en ciertos temas.
Con todas estas personas que has conocido a lo largo de 10
meses, has hecho más viajes, has vivido más fiestas, les has realizado más
confesiones, te han visto llorar e incluso visto en situaciones embarazosas más
veces que tus propios amigos de toda la vida. Y aun a pesar de todo esto, te
siguen queriendo como eres. Increíble, pero cierto.
Hace 6 meses que acabo mi estancia de Erasmus y no paro de recibir
visitas de amigos, para verme y conocer mi ciudad, y aunque hace poco tiempo
que nos vimos, es tal la alegría y la ilusión de volver a verlos y recordar
todas esas anécdotas que vivimos.
Sin duda echo mucho de menos a mi gran familia Cracoviana, echo de menos la que siempre será mi segunda ciudad, echo de menos el Banialuka y el Cubano y echo de menos el Erasmus. Sin duda y sin miedo a equivocarme, la mejor de las decisiones.
“Erasmus is not one
year in your life but your life in one year!”
“Once Erasmus, always Erasmus!”
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